El cacao como alternativa económica para las comunidades indígenas del medio río Guaviare

El cacao es una planta que crece de manera silvestre en los bosques inundables del río Guaviare. Anteriormente las comunidades Piapoco y Sikuani lo utilizaban para hacer bebidas fermentadas que consumían en celebraciones tradicionales, pero con la llegada de colonos provenientes de Venezuela y del interior del país, empezaron a aprovechar también sus semillas para la fabricación de chocolate. 

La variedad de cacao nativa de la cuenca media del río Guaviare se conoce con el nombre de cacao Amanavén. Se trata de un cacao de tipo forastero, con fruto amelonado y con aroma definido a chocolate con notas frutales y dulces. Los Piapoco caracterizan estos aromas en su lengua con las expresiones Iwinazi e Iyakanazi walizana. Esta es una variedad que las comunidades han conservado y manejado ancestralmente, excluyendo cualquier uso de agrotóxicos y sin generar deforestación. Así, no se tumba bosque para sembrar las plantas, sino que más bien se limpia el rastrojo alrededor de los árboles cuyas semillas han dispersado los micos maiceros cuando se mueven por las copas de los árboles cargando los frutos maduros.

Los bosques en los que crece el cacao se inundan entre los meses de junio y agosto, por lo que es necesario entrar a los cultivos en canoas para observarlos. Estas inundaciones periódicas arrastran muchos sedimentos del río, abonando el suelo y aportando a los árboles de cacao los nutrientes necesarios para generar flores que se convertirán en los frutos con los que se fabrica el chocolate. Los sabedores Piapoco también aplican otras técnicas de manejo como el ahumado de los cacaotales. Para esto, tumban los nidos de comején que hay en el bosque y los queman, ayudando a las plantas en el cuajado de los frutos. Algunos abuelos mencionan que para incentivar la producción de flores también se acostumbraba a aplicar la sangre de distintos animales a los troncos de los árboles, especialmente de marsupiales como el runcho.

Con la entrada de la colonización al territorio muchos de estos conocimientos han dejado de transmitirse a las generaciones más jóvenes. Esto ocurre porque el sistema educativo basado en el modelo de internados aleja a los niños y jóvenes de sus comunidades durante buena parte del año e imparte una formación que tiene poco que ver con la cultura local. Los abuelos y sabedores continúan aplicando sus conocimientos ancestrales a la producción de cacao, pero cada vez son menos los espacios en los que pueden hacerlo en compañía de los niños y jóvenes de sus familias.

Frente a esta situación, durante el año 2019 y 2020 la Fundación Etnollano adelantó un trabajo de recuperación y fortalecimiento de los saberes tradicionales asociados al manejo del cacao en 14 comunidades de la cuenca media del río Guaviare. Este esfuerzo buscó revitalizar la cadena productiva del cacao en la zona, con el objetivo de que su producción se convierta en una alternativa económica que permita a las familias indígenas generar ingresos sin tener que recurrir a prácticas de alto impacto ambiental como la pesca extensiva o la participación en economías extractivas o ilegales.

De esta forma, se trabajó con sabedores para recoger información sobre los mitos e historias asociados al cacao y las prácticas de manejo tradicionales. También se generaron encuentros en las comunidades que permitieron a los jóvenes y a todas las personas interesadas aprender estos saberes desde la práctica. Todo esto permitió reconstruir el calendario ecológico tradicional del cacao, una herramienta en la que se identifican todos los cambios en los ecosistemas que influencian la producción y las épocas en las que tradicionalmente se hacían los trabajos de limpieza, mantenimiento, recolección y beneficio. El calendario permitió a las familias productoras de cacao acercarse nuevamente a las dinámicas ecológicas del bosque inundable, repensando desde su tradición propia la manera en que se lleva a cabo hoy en día el trabajo del cacao.

Además de esto, el trabajo con las comunidades incluyó procesos de diálogo de saberes para la armonización de las recomendaciones técnicas y de calidad que se conocen hoy en día sobre la producción de cacao con sus prácticas tradicionales. Esto se llevó a cabo en dos escenarios distintos:

  1. Talleres prácticos en cada comunidad: Durante estos talleres se visitaban los cacaotales con toda la comunidad y, con el apoyo de un enlace local indígena, se proponían actividades como la identificación de enfermedades y técnicas de manejo integrado, análisis de los procesos ecológicos que influencian la producción de cacao, técnicas de poda e injertación y recomendaciones para el beneficio del cacao con altos criterios de calidad. Estos talleres tomaron la forma de “escuelas de campo”, en donde el trabajo se fundamentaba en la práctica y la colaboración entre todos los participantes.

  2. Construcción de centros de experiencia interculturales: Además de los escenarios prácticos las comunidades también construyeron cuatro centros de experiencia en el territorio. Estos son espacios en los se ponen a prueba todas las recomendaciones relacionadas con la fermentación y el secado del cacao, incentivando la experimentación y el uso de los saberes tradicionales para llegar a cumplir con los criterios de calidad que exige el mercado del cacao hoy en día. Estos centros también impulsaron procesos organizativos entre las comunidades, pues se empezaron a construir acuerdos para su cuidado, para la organización del trabajo colectivo y para su posible aprovechamiento en la producción de otros cultivos asociados al cacao.

Todas las recomendaciones de manejo y técnicas externas a la tradición indígena que se desarrollaron a lo largo de este trabajo se construyeron desde el enfoque de la agroecología. Esta disciplina promueve metodologías y prácticas que son afines a los conocimientos tradicionales y operan de forma integral, teniendo en cuenta los factores físicos, ecológicos y sociales de cada contexto para generar estrategias de manejo agrícola que sean pertinentes y adecuadas culturalmente.

En el caso de las comunidades Piapoco y Sikuani del medio río Guaviare este enfoque de trabajo se aplicó buscando fortalecer su autonomía y su capacidad de manejar y conservar el territorio. Hoy en día existe un gran número de insumos agrícolas, tanto orgánicos como de síntesis química, que se aplican en todas las etapas de producción del cacao. Si bien algunos de estos pueden ser de gran utilidad en contextos campesinos o en zonas más cercanas a las principales ciudades del país, la sola dispersión y aislamiento de estas comunidades implica que el costo de su transporte y uso es demasiado alto para considerarlos una opción viable.

Por esto, todo el trabajo de recuperación de prácticas tradicionales y armonización con prácticas externas se fundamentó en la transmisión de conocimientos que permitan a las familias no depender de ningún tipo de insumo externo. El objetivo es entender y aprovechar los procesos ecológicos que naturalmente ocurren en los bosques para impulsar y mejorar cada una de las etapas de crecimiento del cacao. Se trata de generar una agricultura de procesos en vez de una agricultura de insumos, con lo que es posible generar alternativas para las familias indígenas que les permitan vivir con bienestar en el territorio, conservando su cultura y su relación con los ecosistemas de los que dependen para pervivir.

Lograr todo esto implica muchos esfuerzos a largo plazo por parte de las comunidades. El trabajo de organización comunitaria y de asociatividad aún está en sus inicios y exige a las comunidades enfrentar retos difíciles como el mantenimiento de una cadena de comercialización en el marco de la emergencia sanitaria causada por la pandemia del COVID-19. También se enfrentan a la presión de colonos que llegan al territorio deforestando sus territorios ancestrales, de la misma forma que aún se esfuerzan por superar las graves secuelas del conflicto armado en esta zona del país.

Es aquí en donde cobra gran relevancia el enfoque de trabajo integral, pues para lograr que la producción de cacao y chocolate pueda convertirse en una verdadera alternativa económica, es importante también recuperar la cultura, proteger el territorio y fortalecer el manejo ancestral de los ecosistemas de la selva. La conservación de los bosques está íntimamente ligada al bienestar de las personas que habitan en ellos y debemos mirar siempre hacia la cultura y tradición de los pueblos indígenas para entender cuáles son las mejores formas de acompañarlos en este camino.


Fundación Etnollano